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La educación es un tema que interesa a todo el mundo y
del que todos tenemos una opinión formada al respecto; pero pocos como Ken
Robinson para hacer llegar con humor y sutiliza reflexiones pertinentes sobre
la cuestión.
En dicha conferencia, Robinson, pone el foco en la
habilidad que tienen los sistemas educativos públicos para desperdiciar las
capacidades creativas que poseen los niños y niñas, anulándolas; como
consecuencia de mantener un sistema de educación público basado en satisfacer
las necesidades de la industrialización; dicho sistema priorizaba aquellas
materias más útiles para el trabajo, la industria y la producción, y medía la
inteligencia en términos de habilidades académicas. Hoy sabemos que la
inteligencia es diversa, dinámica e interactiva y única, que posee la capacidad
de innovar, y con ello desarrollar ideas creativas, a partir de la interacción
entre ideas de diferentes disciplinas enfocadas en un mismo objetivo o
cuestión. Esta idea de inteligencia se contrapone con aquella puramente
academicista que conduce al éxito académico y en la que se priorizan materias
como las lenguas y las matemáticas, de gran importancia sin duda, no dejando
cabida a otras aparentemente de índole menos productivo en términos de
industrialización clásica.
Si aún ha de ser la industria la que defina el perfil de
los ciudadanos del futuro y de la educación que éstos han de recibir, la
creatividad desaparecerá progresivamente. Afirmación esta que se apoya en la
estigmatización que desde las empresas, y también desde el sistema educativo
tanto público como privado, se hace del error; un niño cuando no sabe algo,
prueba, y lo hace sin miedo a equivocarse y precisamente es en la osadía de
probar, fallar y no desfallecer o hundirse por haberlo hecho, donde recae el inició
de la originalidad, de aquello potencialmente original. Continuar con un
sistema educativo que perpetua la jerarquización de las materias, que no
equipara en nivel de importancia la creatividad con asignaturas tan importantes
como las matemáticas o las lenguas y que anula la ingeniosa, innovadora, arriesgada
y en definitiva creativa mente de los niños y las niñas de nuestro sistema
educativo, solamente nos puede llevar al estancamiento a corto plazo y a la
desidia a largo plazo.
La introducción de las competencias básicas es un primer
paso para la eventual revolución que los sistemas educativos necesitan. Visto
con una cierta, corta, pero suficiente perspectiva (esta conferencia es del
2006), hemos pasado de un paradigma educativo basado en la excelencia académica,
en la educación de nuestros hijos e hijas de cintura para arriba centrándonos
en el cerebro, como si todo el sistema educativo fuera un largo proceso de
admisión universitaria, a otro paradigma, aún
en construcción, que reaccionando de forma adversa sobre-estimula a
nuestros estudiantes haciendo que no cesen de experimentar con todo, para así
descubrir que les puede interesar y evitar la eliminación o la no expresión de algún
talento oculto, provocando en ocasiones el efecto contrario. Ambas conductas
tienen en común la obsesión con la que una sociedad ansiosa vive la existencia.
Como dijo Joan Teixidó Saballs, la
escuela ha de respirar calma para de esta manera no dejarse llevar por la vorágine
de lo nuevo ni dejarse aplastar por la losa de lo viejo.
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